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Colillas de cigarro

Siempre me he preguntado qué momentos son los que detonan el sentimiento de “necesitar” un cigarro. Normalmente van de la mano de tiempos de espera en que la ansiedad es calmada por la acción de tener algo entre manos y una fijación oral desarrollada durante la niñez, o simplemente te puede resultar el acompañante perfecto de una cerveza o un café.

Es ampliamente conocido el nivel de mortandad que aporta el tabaco industrializado, sin embargo la cantidad de necios, que independientemente de toda información acerca de estas propiedades mortales siguen llevando cigarrillos a sus bocas, es inmensa. Dichos necios en algún momento serán llamados por el placer o la necesidad de prender un cigarro en prácticamente toda actividad social.

Afortunadamente, por ley, todo aquel que se disponga a arriesgar su vida a cambio de unas fumadas tiene que salir de establecimientos públicos para hacerlo. Generalmente el fumador refuerza su actividad al realizarla acompañado y se forma un grupo de fumadores afuera del establecimiento.

Portacolillas

Una vez afuera y con el tabaco a punto ser consumido en su totalidad, sucede una de las actividades más nocivas que el ser humano desconoce. Hay un sinfín de técnicas para arrojar las colillas y hasta son transmitidas de generación en generación sin reparar en los daños que causa, más que nada por ignorancia.

La colilla de cigarro está formada por acetato de celulosa cuyo proceso de degradación toma alrededor de 10 a 15 años. Este no es el problema principal. La colilla está diseñada para contener químicos nocivos para la salud como nicotina, benceno, cadmio, alquitrán, etc. Que al entrar en contacto con el agua son liberados y transmitidos a todo el sistema natural. La contaminación del agua llega a ser tan grande que una sola colilla infiere en 50 litros de agua con los químicos anteriormente mencionados. Además se calcula que la cantidad de colillas descartadas en el mundo asciende a 4.3 trillones al año generando alrededor de 500,000 toneladas de basura.

En el 2012 el movimiento de Limpieza Internacional de Costas reveló información recopilada durante 25 años (desde 1987) en que las colillas de cigarro corresponden al 30% de la basura recolectada, el doble de cualquier otra categoría.

Tirar las colillas en los botes correspondientes es nuestra responsabilidad y no debemos arrojarlas sin ton ni son. Nosotros retomamos una costumbre ya añeja en nuestra sociedad y que fue perdiéndose con el tiempo, la utilización de un portacolillas.

El diseño se pensó para que cupiera fácilmente en cualquier bolsillo y no resultara incómodo para el usuario. Después de varias pruebas en diferentes materiales, encontramos que el material ideal era el latón que es una aleación de cobre y zinc. Con la ayuda de manos orfebres mexicanas muy experimentadas las láminas de latón son transformadas por varios procesos. El acabado es niquelado en tinas donde se recupera todo material por electrólisis lo cual permite que no contamine al descartar el agua. Posteriormente lleva un proceso de pulido para dar el aspecto cromado.

Es inodoro, portátil, resistente y elegante. Una vez que lo llenas puedes acudir al basurero más cercano para depositar las colillas como es debido y seguir convirtiéndonos en personas más conscientes y mejor educadas.

D.I. José Ignacio Nuño Escobedo

Socio fundador de Suhab.

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